Vía: Canarias Insurgente
Luis Pérez Aguado
Para llegar a la luna las naciones más pudientes y poderosas de la Tierra han necesitado cohetes para que sus astronautas pisaran su superficie. Sin embargo, muchos de nuestros parlamentarios no necesitan artefactos ni extraños artilugios o petardo que los impulsen para llegar a nuestro satélite, tan admirado y querido por los enamorados y causante de la transformación peluda del hombre lobo. Esto es lo que tengo que pensar de determinados parlamentarios que, supongo, estarían en la luna o subidos a la higuera cuando su grupo político les propuso la desprotección de más de 200 especies de la flora y la fauna canaria amenazada y en peligro de extinción.
A la chita callando, de puntilla y sin molesta publicidad presentaron en el Parlamento una Propuesta de Ley de Nuevos Catálogos de Especies Amenazadas de Canarias. No se encomendaron a Dios ni al diablo ¡ni falta que les hace! pero tampoco consultaron a los versados técnicos y expertos de las universidades canarias. Desoyeron las Directivas Europeas y las recomendaciones más recientes de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y se pasaron por el forro los Libros Rojos de las Especies Amenazadas. No estaban, precisamente, pensando en la musaraña cuando esto sucedía, pues justamente será la Musaraña de Osorio, el “ratón trompetudo” exclusivo de las zonas húmedas de Gran Canaria uno de los primeros en extinguirse al ser desprotegido. Pero con este hocicudo y minúsculo pariente de los topos, probablemente, desaparecerán otras doce especies de toda Canarias consideradas en peligro de extinción, ochenta sensibles a la alteración de su hábitat, ocho taxones incluidos como vulnerables y otras especies catalogadas actualmente de interés especial en cuanto a su conservación.
¡Esto es lo que tenemos!
Una clase política, con una “formidable sensibilidad”, que cree que servir a los intereses del pueblo es hacer lo que le venga en gana, pero ¿qué podemos esperar si la ignorancia está incrustada en ella? Estos despistados parlamentarios, que tienen la obligación de velar y cuidar nuestro legado natural y cultural, son los mismos que no se cortan un pelo a la hora de subirse retribuciones a su antojo, es decir, cuándo les apetezca y cuánto quieran, mientras que el salario mondo y lirondo de un honesto currante es de 624 euros. Son los mismos que quieren más para ellos y menos para los demás.
Los mismitos que se inventan comisiones, que a nadie importa un carajo, pero que justificarán creando alarma social para cobrar abultadamente cada vez que acudan a una sesuda sesión de trabajo intenso. Son los mismos arrogantes que dejan en pañales a los centros de atención especial y en la intemperie a pobres toxicómanos, porque “no hay dinero”, mientras organizan descarados viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Los que arrasan con los sebadales porque hacen cosquillas en los pies. Los ignorantes concejales, que cobran más que un cirujano, porque ¡caramba! para eso son responsables del área de Servicio Sociales de su municipio, pero no tienen pajorera idea de lo que significan las siglas ONG; sí, en cambio, saben muy bien como se llaman sus “alcardes”.
Los que no se encomiendan a Dios ni al diablo para desmantelar pieza a pieza el sistema de instrucción público, suprimir ciclos formativos y dejar a jóvenes en la cuneta porque no encuentran plaza en lo que les gustaría estudiar, pero a los que, estos interesados políticos, que reciben abultadas dietas por cumplir con sus obligaciones, pondrán su granito de arena para encontrarles solución en el futuro, ya que estos chicos, que serán los marginados del mañana, serán los clientes de la autonómica policía y vivirán entretenidos por la homónima radio y televisión canaria, que para eso pagamos todos. Son los mismos caraduras que pretenden que otros arreglen los desaguisados que ellos con su negligencia o incapacidad destruyeron. Los mismos que no se sonrojan para decirnos que recortan los dineros destinadas a la educación de nuestros chicos y a la sanidad de nuestra gente, que están a la cola del Estado, pero se gastan los cuartos en publicidad engañosa para que sigamos metidos en el pelotón de los torpes.
Son estos políticos de tan ajustada sensibilidad los que hacen que el resto de los mortales miremos con el mismo rasero y metamos en el mismo saco a otros gobernantes y buenos políticos por muy trabajadores y honestos que sean ¡Una pena!