Vía: www.laprovincia.es
De cómo usar y abusar del helicóptero sin tener que dar cuenta, y del pronóstico (reservado) de la caída de la debacle económica
10 de Febrero de 2010
Por Francisco Pomares.
Ayer tocaba preguntas y comparecencias, más de las primeras que de las otras. Ustedes se preguntarán la diferencia que hay entre una pregunta y una comparecencia, si al final siempre sale alguien del Gobierno a hablar de asuntos teóricamente muy importantes ante un auditorio más bien apático. Les confieso que -tras 25 años de plenos en el Parlamento regional-, yo sigo preguntándome por la diferencia práctica entre una pregunta y una comparecencia.
Ocurre que el Reglamento de la Cámara no las define con claridad, aunque sí establece que las preguntas las hacen los diputados, y las comparecencias las solicitan los grupos parlamentarios o el propio Gobierno, algo que pasa de vez en cuando. Lo que no puede hacer el Gobierno es preguntarse a si mismo, pero tampoco hace falta: para eso cuenta con los meritorios de los grupos que lo apoyan.
La mayoría de las preguntas se contestan por escrito y no se entera nadie -muchas veces ni el diputado que la formula-, pero también están las preguntas con respuesta oral en el pleno, que -dicen- son las mejores y más lucidas. Y también es frecuente que se hagan preguntas y no haya respuestas. Se sabe, por ejemplo, de una pregunta socialista sobre los usos y abusos helicopteriles del presidente Rivero, hecha ya hace tres meses y que aún no ha contestado nadie.
Mientras algunos diputados particularmente preguntones o masoquistas aguantaban en sus escaños la retahíla de 18 preguntas de ayer, Santiago Pérez se encargaba de contar por los pasillos que Rivero no quiere que nadie haga cuentas de sus idas y venidas urgentes y/o VIP, y las compare con las de Román Rodríguez o Adán Martín, que también tiraron de helicóptero en sus tiempos, pero al parecer ni la décima parte.
Anunciaba el diputado Pérez su intención de protestar ante el Parlamento por el silencio del Gobierno que "hurta la información sobre los movimientos de su jefe". Andaba Santiago Pérez muy puesto en esto de los viajes VIP, y al parecer feliz de haberse despachado en el estreno del día con una pregunta sobre las sentencias del TSJC anulando la adjudicación de las licencias de TDT que hizo el Gobierno al comienzo de legislatura.
Rivero fue minimalista en la respuesta, como suele: "espero que el Supremo avale la objetividad, transparencia, rigor y competencia del trabajo de los servicios de la Comunidad Autónoma que adjudicaron el concurso" dijo, como si hubiera olvidado que no fueron los funcionarios quienes decidieron a quien adjudicar, sino una empresa catalana contratada 'ad hoc'. Santiago Pérez se lo recordó, porque las preguntas en el Parlamento son como las que se hacen en un examen, con la salvedad de que el profesor es muchas veces el suspendido; pero sirven -igualito que en la escuela- para repasarle al preguntado la lección que no se sabe.
Añadió don Santiago que Rivero y Soria han mantenido posiciones distintas en lo de recurrir al Supremo las sentencias de la TDT, y acusó a Rivero de estar obsesionado con el control de los medios de comunicación, a lo que éste replicó diciendo que "llevo cuatro años escuchando la misma cantinela y el mismo disco". La verdad es que lleva sólo tres años, pero debió ser un lapsus.
A Rivero le preguntaron también los suyos: la herreña Belén Allende, sobre la propuesta de reforma laboral de Zapatero, lo que dio pie para que el presidente reiterara sus pinitos en la videncia y la profecía: "ya en octubre de 2007 avancé que se nos venía encima la crisis mayor desde la Segunda Guerra Mundial". Está supersatisfecho el presidente de haber acertado entonces, y se siente legitimado para calificar de "tardía y ambigua" la propuesta zapateril a empresarios y sindicatos.
Belén Allende, por supuesto, le dio la razón, y añadió además que "la hoja de ruta de Zapatero está cargada de improvisaciones", lo que fue aplaudido por los bancos del PP con algún hipido, algún relincho y algún aplauso sobre las mesas, que es la manera en que aplauden todas sus señorías cuando están de acuerdo con algo.
Rivero también contestó una pregunta socialista sobre la aplicación de la Ley de Dependencia en Canarias, con un bis de la consejera Inés Rojas, que tuvo que explicarle a Paquita Luengo lo de las peticiones que no se atienden, y culpó a Zapatero también de eso. Rivero estuvo en su respuesta -la más tempranera- más bien tirando a faltón: acusó a los socialistas de "engañar y enredar" a los dependientes y de "traicionar" a los ancianos con las pensiones, menos mal que "el tiempo pondrá a cada uno en su sitió".
En terminando Rivero, se corrió la voz de que Soria había decidido postergar sus comparecencia para hablar de la evolución de los ingresos en 2009 y del Plan Canarias, ambas a petición de los suyos. Algún malévolo pensará que al vicepresidente le debe dar grima hablar desde el fondo del pozo del presupuesto, o tener que decir por disciplina y lealtad algo bueno del Plan Canarias (el maná de Zapatero que ni está ni se le espera), pero a veces la verdad es mucho más pedestre: Soria tiene una faringitis de caballo y anda afónico perdido. No le salen al hombre ni tres palabras seguidas, y antes que pasarle el discurso a los del lenguaje de signos, pidió retrasar las comparecencias hasta después de carnavales.
Bastó que se corriera la voz de que Soria no tenía (voz) para que el salón quedara desierto. Huyeron sus señorías a hacer bulto con los periodistas en la sala donde se sirve el tentempié: había croquetitas fraude (sin relleno), pulgas de serrano con pimiento verde, minibaguetes de carne mechada, sangüichitos de perico y otras suculencias. En la sala de plenos se quedó el bueno del consejero Berriel explicando a un tendido vacío que el Parlamento mejorará el catálogo de especies protegidas. Vaya hombre ingenuo éste.