Vía: www.canariasahora.es
El Gobierno está que se sale de satisfecho tras la aprobación del nuevo Catálogo de Especies Protegidas. A pesar de que no había riesgo de rechazo parlamentario. Tan contento está que ha desvelado como objetivo principal del Catálogo desbloquear el puerto de Granadilla. Un verbo, “desbloquear”, mal utilizado pues se trata de todo lo contrario, o sea, de echar bloques a discreción.
Pero, a lo que iba: los consejeros Berriel y Soria y la jefa de los peperos tinerfeños, Cristina Tavío, han reconocido que buscaban sacar adelante Granadilla; sin despreciar, claro, los efectos colaterales en otros lugares y sobre otras especies a las que se les reduce también la protección o se quedan sin ella para que no estorben a los negocios y a la especulación.
De los tres pronunciamientos, destaco el de Soria porque no se resiste nunca a la tentación de mentir o de tergiversar la verdad. No lo digo por la originalísima frase hecha de que hay que compatibilizar protección del medio y desarrollo económico; es lo que siempre se dice antes de machacar lo que sea. Me refiero a su afirmación de que “esta ley no supone cargarse ningún tipo de protección, como algunos aseguran, sino todo lo contrario”.
Subrayo lo de algunos porque éstos constituyen, casualmente, el grueso de los integrantes de la comunidad científica de Canarias, entre los que figuran hombres de la talla de Wifredo Widpret y David Bramwell. Manda narices que tengamos que aguantar de la petulante ignorancia soriana ese despreciativo “algunos” para gente que ha consumido su vida profesional investigando la naturaleza de Canarias y defendiéndola de los depredadores políticos. Son los que el periódico que ya saben acusa de haberse atrincherado en la Universidad de La Laguna para desde allí conspirar contra Tenerife a sueldo del Sanedrín canarión, temeroso, dice, de que el puerto de Granadilla le haga competencia al de La Luz. Para Branwell han abierto la puerta a la destrucción del patrimonio natural canario, único en el mundo. Una apreciación concreta y con conocimiento de causa frente al abstracto “todo lo contrario” de Soria.
Conviene, aunque de poco sirva, recordar la importancia de los sebadales para el mantenimiento de la biodiversidad y no sólo de la marina. Protegen de la erosión costera, actúan como formidables sumideros de CO2 y ayudan en la lucha contra el cambio climático. Son praderas llenas de vida que proporcionan refugio y alimentación a los alevines, de modo que la regresión de los sebadales, que va en Canarias a toda pastilla, hará que dentro de poco el pescado fresco de pescaderías y bochinches playeros no lo sea porque todavía coleaba al comprarlo en los barquillos sino según los días que lleve congelado en el barco que lo traiga. El término “fresco” será, al fin, sinónimo de “frío”; industrial, por supuesto.
Se ha hablado, madre, de trasplantar los sebadales y me cuentan que los ensayos no han resultado. Ahí es nada trasladar praderas completas, muy sensibles y dependientes de las condiciones de la zona de mar donde han permanecido hasta que pegaron a antropizarlas por las bravas. Encima, me informan, no han previsto poner cartelitos informativos que indiquen a los peces los nuevos lugares asignados para que ejerzan su condición de tales. No debe haber ninguna empresa amiga dispuesta a concursar para la señalización de los fondos marinos.
Tiene tela que la desprotección de los sebadales que estorban en Granadilla la extiendan, encima, a los de las demás islas. CC-PP logró de este modo la cuadratura del círculo al conciliar los términos antinómicos del “centralismo autonómico” que practican CC y PP: sigue el Gobierno drenando competencias de los cabildos al impedirles decidir sobre su territorio y someterlos, en este caso, a los intereses de los beneficiarios y sin embargo amigos del desmán. Es la perversa aplicación de la famosa advertencia ática de que “ninguna isla tendrá lo que no tenga Tenerife”: si conviene a los prebostes nivarienses calzar por su sebadal, deben eliminarse los de las restantes islas para no romper el exquisito equilibrio de las narices e igualarnos en la miseria.
El Catálogo de desprotecciones viene a reforzar la nueva ley urbanística en la tarea de dejar a las islas mollares para el regreso de los bloques y las bovedillas de los amigos de CC-PP. Ya abrieron la caja de ingresos para las elecciones del año que viene y hay que amorosar los bolsillos de los beneficiarios de la destrucción para que aflojen la pasta. Así es si así les parece.