José M. Balbuena.
De nuevo, el pasado domingo, don José Rodríguez nos lanzó una de sus habituales diatribas en El Día, donde no dejaba títere con cabeza, y además, se burlaba de nuestra “panza de burro” (yo diría ¡bendita panza de burro que nos libera de los calores del estío!) y con el paisaje de nuestra isla, a la que llama “un secarral”.
En realidad yo pienso que don José, o no ha venido nunca a Gran Canaria, o si vino lo hizo con los ojos cerrados y no vio algunos de nuestros más destacados paisajes.
El Pinar de Tamadaba, el Pinar de Inagua, el Pinar de Ojeda, el Pinar de Pajonales, el Pinar de Tunte, la vista de la Cuenca de Tejeda, con el Nublo y el Bentayga, Los Tilos de Moya, La Montaña de Ossorio, los acantilados de Andén Verde, o del Descojonado, o las inigualables playas de Maspalomas, Playa del Inglés, o de Las Canteras, las medianías de Valleseco, Santa Brígida, San Mateo, Moya, Guía o Gáldar, etc. etc. Y se lo dice a ustedes una persona que ha pateado esta isla y que reconoce también el daño que se le ha hecho al paisaje gran canario por una falta de planificación en las construcciones y de ordenación del territorio, y del deterioro creciente a causa del abandono de muchos terrenos de cultivo y falta de trabajos de conservación del paisaje. Si no fuera así, esta isla sería perfecta, y un verdadero continente en miniatura, como dice el tópico turístico. Aún con ese handicap, nuestra isla contiene fantásticos paisaje y no toda es un secarral.
Secarral es Fuerteventura y sin embargo es considerada una isla hermosa, con sus inmensas playas, dentro de su aridez. Sin embargo contiene zonas verdes como el pinar de Betancuria o esos barrancos cubiertos de tarajales o mimosas, formando a veces auténticos bosques. Y si no ahí tenemos a Lanzarote, negra, y extraña, con sus tubos y cuevas volcánicas, La Cueva de los Verdes, los Jameos del Agua, que atraen año tras año a miles de personas de todo el mundo.
Y cada isla de este archipiélago tiene su encanto, y, por supuesto, ¡Tenerife! Tenerife es una gran isla. Yo no desprecio a ninguna de nuestras islas hermanas, y menos aún a su gente. Pero don José, en su afán de manipular y hacer creer lo que le conviene, o lo que no es cierto, ofende y descalifica constantemente.
Según su desvariada teoría, a Gran Canaria no le corresponde el “Gran”, alegando que es “la tercera isla, en tamaño”. Yo digo que tendrá que ver una cosa con la otra. Pero lanza acusaciones sin sentido, como, por ejemplo, decir que el puerto de Santa Cruz de Tenerife no funciona porque el puerto de Las Palmas de Gran Canaria “le roba” los barcos. Debe ser que hay unas patrulleras con gente armada a bordo, que cuando llega un barco a aguas de Canarias aborda esos buques y, a punta de metralleta, los obliga a ir al Puerto de la Luz, y uno no se ha enterado de eso.
Según su teoría, habría que cambiarle el nombre a Gran Bretaña, porque ese nombre le viene ancho para un país que no es tan grande. O hay que cambiar el nombre de Gran Inagua o Gran Exuma, que son dos islitas de las Bahamas, o la de Gran Caimán, otra minúscula isla del Caribe (que los ingleses robaron a España, como tantas otras) y que hoy día es el refugio de muchos capitales del mundo, especialmente los que se dedican al fraude fiscal y a guardar el dinero negro.
Pero al mismo tiempo, vemos la contradicción de que, a pesar del escaso tráfico que tiene el puerto de Santa Cruz, se empeñen los de ATI y PP en la construcción del puerto de Granadilla, donde detrás están el negocio y los pelotazos que realizarán algunos caciques y políticos tinerfeños, claro. ¡Ah! Y además tienen la cara de hacer un catálogo de especies canarias adaptados a los intereses y circunstancias de los especuladores de estas islas.
Don José, editor de El Día, pretende reivindicar la hegemonía política y económica del Gran Tenerife sobre las demás islas del archipiélago y sus habitantes, que deben ser “sus vasallos”. Como vemos, este hombre se cree que todavía andamos metidos en la Edad Media, y será por eso por lo que no cree en la democracia, hace apología del franquismo y manifiesta unas tendencias xenófobas y fascistas.
Además de sus puyazos a la isla de Gran Canaria, también le ha dado por tomarla contra el político socialista Santiago Pérez, que por lo visto, tenía que tragarse todos los insultos de don José, en su medio escrito, y encima reírle las gracias. O lanza insultos y descalificaciones contra todo aquel que no le cae bien, aunque sean de otros partidos como es el caso de Ana Oramas o de José Luis Perestelo, que son de Coalición Canaria. Aquí si se aprovecha de la libertad de expresión que le otorga la democracia para manifestar sus fobias y faltas de respeto a los demás.
Es posible que don José, al que no le gusta que nuestra isla se llame Gran Canaria, lo que pretende, en el fondo y “de buena fe”, es que se llame Tamarán, que es el nombre aborigen que tenía, ya que es un gran guanchista.
Y ya por último, don José habla de la ONU, que es la que debe revisar la cuestión canaria para que se obligue a España a darle la independencia. La verdad que salir del yugo de España para caer en el de los fundamentalistas de ATI no me hace ninguna gracia. Por lo pronto, dejémoslo estar, máxime teniendo en cuenta que en Canarias no existe una conciencia ni de región ni de canariedad. Cada isla va a lo suyo. Primero tenemos que romper esa mentalidad.
Pero don José cree que la ONU es la panacea de todos los males del mundo. También debe estar desinformado de lo que supone la ONU en el contexto internacional. Todos sabemos que la ONU es el juguete de las grandes potencias, cuando les interesa. Pero cuando no les conviene no cuentan con ella. Y si tienen que utilizar la fuerza, aunque sea irracionalmente y en contra de la opinión de la ONU, lo hacen Y de esto tenemos sobrados ejemplos con Estados Unidos, con Rusia, con Inglaterra, Israel, o con Marruecos. Y otros más. Marruecos invadió el Sahara, después de que España lo abandonara, y nadie aboga por esta tremenda injusticia. Ni siquiera España que fue la que administró ese territorio.