Teo Mesa.
El Gobierno canario ha dejado
de manifiesto, una vez más, su ineficacia y torpeza para gobernar, con Paulino
Rivero como preboste, en sus nefandos periodos en la presidencia del Ejecutivo.
Primero, con el último varapalo, dado por el Tribunal Supremo, sobre la
descatalogación de los sebadales. Y segundo, por la irremediable tragedia de
incendios en la naturaleza arbórea de la isla de La Gomera, especialmente, por
la quema del bosque del terciario, en el insólito Parque Nacional Garajonay. Y
los incendios de La Palma y de Tenerife.
No es
para nada respetuoso este Gobierno canario a la protección del Medio Ambiente.
Todo lo contrario: lo maltrata. Y tanto más, cuando los intereses inversores de
unos pocos, se cruzan e imponen, al sumiso mandatario, en inmediata
intervención a favor o en lo que les beneficie, en sus especulaciones sobre la
naturaleza insular protegida, a la pronta llamada de la voz de su amo.
‘Poderoso caballero es don dinero’. Presto y ágil, concurre en defender los
intereses pecuniarios y sus réditos cortoplacistas de los capitostes (con el
siempre patético y manido alegato de ‘crear empleo’). La Naturaleza no es
propiedad del Ejecutivo de turno, es de todos los seres vivos que a la
Naturaleza pertenecemos. Aunque tenga el Ejecutivo el atributo de administrarla
ocasionalmente. Pero siempre pensando en favor de la mayoría de los habitantes
isleños. Para vivirla, hacer uso y disfrute, con todos los respetos, de armonía
y equilibrio con la misma.
La
reciente sentencia del Tribunal Supremo, que avala el anterior fallo del Tribunal
de Justicia de Canarias, sobre la descatalogación de los sebadales, con
deliberada y alevosa mala intención del Gobierno Canario, corrobora el perverso
y disparatado Catálogo originado ex profeso. Que sobre los sebadales, fue
aplicada en la superficie comprendida desde la Punta del Tanque del Vidrio
hasta la Punta de los Tarajales, en el municipio de Granadilla de Abona. Con el
claro propósito de construir el puerto de Granadilla, sin los incordios, ante
las protestas de los ´paranoicos’ ecologistas y de la Plataforma Vecinal.
Innecesario e inútil puerto para el tráfico de buques en aquella zona, con
ciclónicos vientos durante la mayor parte del año, que imposibilitará el
atraque y zarpado de los barcos. Y lo peor: abandonando, a la par, del puerto de
Santa Cruz. El aciago atentado se hizo posible, mediante un vergonzante trámite
parlamentario, con el apoyo de su socio de Gobierno de entonces, el PP. Y el
silencio cómplice del PSOE, que no tuvo la gallardía de oponerse. Todo ello, en
artimaña política, por el chantajista apoyo de CC al Gobierno de Zapatero.
Obligado
es, que tendrán que rehacer el ignominioso entuerto, que se hiciera sin rigor
científico, en este desastroso Catálogo Canario de Especies Amenazadas, solo
mediante una política de capos, bajo la irresponsabilidad del
antimedioambiental presidente y sus mariachis. Que se mueven como las veletas,
en el batir del viento, a la orden del poderoso financiero. A pesar de esta
segunda sentencia firme, la construcción del muelle no se detiene. Lo diga
Agamenón o su porquero. Y contra dicha sentencia, ya estarán los leguleyos
oficiosos para buscarle la contra, y no paralizar los réditos que producen el
puerto de Granadilla en su edificación. El daño a estas preciadas e importantes
plantas, ya está hecho. Se corregirá el Catálogo integrando los sebadales. Pero
el negocio seguirá adelante, los patrones del cemento ya han dado el pelotazo.
Según alega, el sucedáneo Observatorio Ambiental Granadilla (OAG), que se ocupa
de salvaguardar el saneado medioambiente de las cuentas corrientes.
Los
trágicos incendios de La Gomera, Tenerife y La Palma, han sido originados: por
las negligencias e incompetencias del Ejecutivo Autonómico (presidente y
consejero de medio ambiente); Gobierno Central (presidente y ministro de
Fomento) y Cabildos (presidente y consejero de medio ambiente). A todos ellos
hay que pedirles la urgente dimisión, o presentarlas ellos, si tienen vergüenza
y ética y moral en sus compromisos políticos y como personas. El cargo dado por
el voto, implica absoluta responsabilidad y entrega en sus competencias. Que de
ellas escasean. Lo han demostrado. Solo están prestos para la parafernalia y
asuntos irrelevantes. El monte, su conservación y la ecología, no son propios
para salir en la foto, no hay que estar encorbatados, por lo que no merece
perder el tiempo en esta frivolidad.
Tenían
todas las administraciones las responsabilidades en sus competencias, para
intervenir en los bosques, por el alto riesgo de incendios existente. A
sabiendas, que habían dos años de amarga sequía en las islas. En tales
circunstancias, debían haber creado un equipo de efectivos humanos y mecánicos,
que limpiaran las zonas bosquedales de pinocha y arbustos secos. Eran dinamita
para prender una llama e incendiara el bosque de inmediato. Torpemente,
tuvieron que improvisar las actuaciones de las catástrofes. No valen
divagaciones ni excusas de culpabilidades a otros, que también las tienen. El
responsable directo, y a quien se acusa, es al Gobierno Canario. Por ello, lo
mejor es que se vayan a su casa. Sin más dilación. Pero ellos seguirán con sus
culos petrificados en sus poltronas.
El
‘ecologismo’ del Gobierno Canario, ha quedado patente en la teatral defensa del
presidente, a que se hagan prospecciones petrolíferas en las aguas oceánicas
canarias. Pero esta ácrata actitud, de defensa numantina, es solo, porque no
tiene competencias sobre las aguas que bañan las costas canarias. Si las
tuviera, haría prospecciones y el sursum corda, si se tercia.
Otra
manifestación de ‘protección’ del Medio Ambiente, nos la demostró don Rivero,
con la reciente aprobación de la nueva Ley de Costas. Que para su reforma,
presionó y animó, al negado ministro de Fomento, en este retroceso legal de
tanta vileza, que tendrán las ya dañadas costas españolas, especialmente las
canarias, de la que depende la gran parte del turismo. Nuestros litorales serán
estériles mazacotes de hormigón, alterando el natural proceso de las corrientes
marinas y los ecosistemas.
Los
ecosistemas, y el muy frágil medio natural isleño –cada vez más amenazado–,
están cada día peor castigados, por la indolencia de menosprecio de los
gobernantes, que tienen esa irrenunciable responsabilidad. A lo que se suman
los cambios climatológicos que sufrimos en todo el planeta. Cuidarla y protegerla
es obligación de todos, muy especialmente de los que tienen en su poder la
eventual gestión. Que a la postre, son los únicos valores, que tiene nuestra
peculiar naturaleza canaria, en esta zona de la Macaronesia: sol, playas y
montes, además de una excelente temperatura primaveral. Elementos naturales,
que podemos ofrecer a los turistas que nos visitan. De los cuales usufrutuamos,
y son los únicos ingresos de esta ‘industria’ de foráneos visitantes de
nuestras islas.