Mientras la comunidad científica debe estar preparando una respuesta científica a este informe, realizado "ad hoc", como la venganza de Antonio Machado Carrillo a sus compañeros de la Facultad de Biología de la Universidad de La Laguna publicamos este artículo sobre la que es tortuga pasota para Machado y adjuntamos aquí el supuesto informe.
Aprovechamos también para copiar textualmente, con erratas y dequeísmos incorporados, el arrogante texto con el que Antonio Machado se dirigía a la citada comunidad científica para avisarles de la existencia de este informe:
Después de haberles comunicado el viernes pasado que el informe de la vigilancia ambiental del puerto de Granadilla en 2012 se encontraba disponible en nuestra página web, he caído en la cuenta de que se me pasó por alto advertirles de que el informe del estado de conservación de la tortuga boba en Canaria también está disponible para su consulta. Les llamo la atención sobre el particular, toda vez que esta especie parece haber sido protagonista de una “leyenda marina” que la asociaba con los sebadales, lo no se sustenta con la información disponible.
Vía: canariasahora.es
Noé Ramón
Un estudio del Observatorio Ambiental de Granadilla apunta
que ni el 1% de los 34.000 ejemplares de la especie elige para vivir estas
plantaciones marinas
El
interés que las tortugas bobas que han elegido las aguas del Archipiélago como
hogar tienen por los sebadales parece ser inversamente proporcional al
demostrado por los movimientos ecologistas que durante años han convertido la
conservación de esta planta marina en su bandera reivindicativa. Al menos así
aparece recogido en un estudio desarrollado por el Observatorio Ambiental de
Granadilla (OAG), en el que se refleja que ni siquiera un 1% de las cerca de
34.000 tortugas que viven en aguas canarias se localiza en los sebadales y si
lo hacen es de manera “fortuita e irrelevante“.
El
organismo llevó a cabo un seguimiento a la especie conocida como caretta
caretta, dentro de las medidas impuestas por la Comisión europea al proyecto
del puerto industrial de Grandilla en el sur de Tenerife. El objetivo era
evaluar las consecuencias que esta obra iba a tener en la conservación de la
especie y así se encargó un programa que contó con la colaboración de Nuria
Varo, experta en tortuga boba, el Centro de Recuperación de la Fauna Silvestre
del Cabildo de Gran Canaria, que dirige Pascual Calabuig y Luis Felipe
Silvestre de la Fundación Universitaria de Las Palmas (FULPG).
Los
resultados del informe descartan que la ejecución del puerto pueda tener una
repercusión negativa sobre la especie animal. De hecho, la declaración de los
Lugares de Interés Comunitario (LIC) de Antequera, en Tenerife, y de Güí-Güí,
en Gran Canaria orientada, en parte, a compensar el posible efecto del nuevo
puerto sobre la tortuga boba, se considera, “una medida de conservación
superflua e irrelevante”, dado que según el estudio no existen tales
consecuencias negativas. Los trabajos de seguimiento se realizaron entre los
años 2008 y 2012 y se centraron en el marcaje de 20 tortugas con
radiotransmisores a las que se les pusieron nombres tan pintorescos como Chusy,
Tortugirl, Vincenzo, Camille Joe, Solete, Benito Cereno o Palola.
A todas
ellas se le realizaron campañas anuales de censos en tres áreas escogidas de
Tenerife, Gran Canaria y Fuerteventura. Las conclusiones para el Observatorio
parecen ser bastante claras: existe una concentración de esta especie alrededor
de las islas en un ámbito perimetral que alcanza los 300 kilómetros en el que
transcurre casi la mitad de su vida. El sector abarca en total casi 600.000
kilómetros cuadrados y es más extenso incluso que la Zona Económica Exclusiva
(ZEE) aunque cubre el 86% de la misma. Igualmente, se comprobó que el
contingente de tortugas canarias es de origen mixto con una mayoría procedente
de las colonias americanas y otra de Cabo Verde, que en este último caso
alcanza el 7%. Se estima que las tortugas llegan a las islas con un año y a
partir de los siete comienzan a buscar nuevos rumbos.
Los
ejemplares de la especie vagabundean mientras por las aguas del Archipiélago y
en un 10% de las ocasiones se les puede encontrar en profundidades menores de
200 metros, muy pocas a los 50 y tampoco abundan en las aguas más frías. “Su
distribución no parece depender de lugares específicos, aunque se demoran más
en aquéllas zonas donde las turbulencias de la corriente suelen generar giros,
filamentos y afloramientos de aguas profundas ricas en nutrientes, sustentando
más alimento, que es el principal reclamo para un animal oportunista”, se
apunta en el estudio.
Los
principales lugares escogidos son las plataformas insulares de la costa occidental
de Fuerteventura y el sureste y suroeste de Gran Canaria donde las
circunstancias oceanográficas favorecen la producción y biomasa planctónicas.
“Algunas tortugas jóvenes patrullan repetidamente por estas zonas durante meses
o incluso años, mostrando un perfil de comportamiento estacionario”. La costa
occidental y el norte de Fuerteventura, destacan como sus lugares preferidos.
Tampoco
los espacios incluidos en la red Natura 2000 marina de Canarias parecen ser
especialmente de su agrado porque apenas pasan el 2% de su tiempo en estos
enclaves, excepto en casos puntuales como la Cueva de Lobos en Fuerteventura.
Según el estudio, la Zona Especial de Conservación (ZEC) del sur de Tenerife
donde está previsto construir el puerto industrial, “apenas difiere como
hábitat de cualquier otra porción marina de su entorno”.
El
informe detecta que la variación anual de la densidad relativa de tortugas
muestra “grandes fluctuaciones” aunque al haberse hecho el análisis durante tan
sólo tres años no se pueden sacar conclusiones definitivas. No obstante un
cálculo realizado para obtener una idea “aunque sea muy grosera” al respecto,
calcula que puede existir una población que rondaría los 34.000 ejemplares, con
entradas anuales de 4.500 de procedencia americana y unas 500 de Cabo Verde.
Los
principales factores adversos que afectan a las tortugas son enredarse en las
mallas en un 53% o la ingestión de anzuelos en un 10%, de manera que la
mortalidad anual se estima en un 1,5% del total. La preocupación sobre el
estado de conservación sería “menor” si se aplican los criterios de la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) pero resulta
“desfavorable-inadecuado” si se evalúa según la directiva Hábitat. Se valora
especialmente las campañas que se realizan desde el Gobierno canario para la
conservación de esta especie y los intentos para mantener una colonia
reproductora en las islas.