Antonio Rodríguez
Cada persona tiene su propio concepto de lo que es la Democracia. En Canarias, para la inmensa mayoría de los responsables políticos electos, consiste en un cheque en blanco que le conceden los ciudadanos cada cuatro años, consecuencia de campañas electorales en lo que prima es el folklore por encima de la política. Permítanme explicitar las bases de mi idea de la Democracia: el cumplimiento de leyes JUSTAS, la participación ciudadana en la toma de decisiones y la honestidad en la gestión económica.
Estos principios, que suenan a estupidez por lo elementales que son, están permanentemente prostituidos en esta tierra nuestra, en la que tenemos la suerte de vivir. Pero sin duda, la culminación del despropósito de décadas de democracia de tercera división, tendrá lugar el próximo 18 de mayo en el Parlamento de Canarias. Ese día, CC y PP aprobarán el nuevo catálogo de especies protegidas, y por fin, tras una década de chanchullos y despropósitos, se despejará el camino para la construcción del Puerto de Granadilla y demás proyectos ambiental y socialmente disparatados.
No voy a entrar en la barbaridad ecológica que supone ese catálogo. Sobre ese tema ya se ha escrito suficiente por parte de la propia comunidad científica. Lo que pretendo recalcar, para todo aquel ciudadano que no esté informado, es que se trata de la ley más profundamente injusta que se haya aprobado en Canarias, que se le va a dar un bofetón de consecuencias incalculables a la biodiversidad canaria, que se va a enterrar décadas de investigación científica y que, por supuesto, deja el camino libre para proyectos tan aberrantes e innecesarios –además, en estos momentos de brutal crisis– como el puerto de Granadilla, capricho en el que se ha empecinado CC, sin que nadie entienda del todo que se esconde detrás, más allá del pelotazo, claro.
El día que se reinicien las obras de ese proyecto, gracias a la descatalogación de los sebadales que propicia ese nuevo catálogo –y de camino, para no desaprovechar la ocasión, la descatalogación de un par de centenares de especies más–, habrá que felicitar al Gobierno de Canarias y a Paulino Rivero: por fin nos han convertido en una república bananera de las auténticas. Gracias, Paulino.