viernes, 14 de mayo de 2010

El Gobierno de Canarias quiere celebrar el Año Internacional de la Diversidad Biológica aprobando una ley que permite cargársela

Jacinto Barquín Diez*

Este movidito año de 2010 fue declarado por la Asamblea de las  Naciones Unidas como el Año Internacional de la Diversidad Biológica, para lo cual invitó a los Estados Miembros a sumarse a las conmemoraciones que tienen como objetivo el lograr que se preste más atención a la pérdida continua de la diversidad biológica. Sobre la importancia de  la biodiversidad no entro, pues es por todos conocida, incluso por los que están en contra de ella.

Pero es precisamente en este año cuando el Parlamento canario quiere sacar adelante una ley por la que se aprueba un nuevo catálogo de especies protegidas y en la que desprotege a numerosos vegetales y animales que estaban antes protegidos. Ya en su mismo preámbulo comienzan los sarcasmos, al afirmar que la ley pretende una cosa y luego hace todo lo contrario.

Catalogar una especie cuesta dinero y lleva su tiempo, por lo que elaborar un catálogo que incluya muchas especies no es cosa que se improvise ni tampoco sale gratis. Este trabajo supone, por ejemplo, estar días o meses enteros midiéndole las patas a los insectos o espiando a un esquivo pájaro para averiguar cuántos huevos pone. Teníamos los canarios un catálogo de especies protegidas más o menos eficaz, sometido a revisiones periódicas por los grupos de expertos correspondientes, cuando hete aquí que al partido político local Coalición Canaria se le ocurre en un momento dado replantearlo en su conjunto, proponiendo nuevas y extrañas categorías de protección y dejando a la mayoría de las especies mucho más desprotegidas que antes.

Hasta el más desinteresado de los lectores se preguntará el por qué de este cambio, si hasta la fecha todo iba más o menos bien. Una de las claves de la respuesta es atender al momento en el que deciden hacerlo y es cuando la justicia paraliza las obras del macropuerto de Granadilla y se les agotan todos los recursos legales para sacarlo adelante. Otra clave es el analizar qué especies están dentro del numeroso grupo que sale perdiendo. En este marasmo de especies que suben, bajan, cambian de categoría o desaparecen, se encuentra la seba, la enemiga número uno del puerto de Granadilla, la cual pasa a un estado de total indefensión. Pero ¿para qué sacan a las demás especies de las categorías de donde estaban antes? Muy sencillo: porque entre éstas hay unas cuantas escondidas que, al igual que la seba,  han entorpecido algunas obras de importancia. Es decir, hay muchas que están haciendo bulto para que las que interesan pasen inadvertidas. Otra maniobra de despiste más consiste en hacerle enmiendas y rebajas posteriores a la ley, con la finalidad de hacer creer que "se ha cedido" y que "las nuevas enmiendas han tenido en cuenta la opinión", etc. Toda una serie de argucias que consisten, ni más ni menos, en primero apuntar alto y luego ir bajando hasta darle al blanco, lo cual es más viejo que el hambre y a nadie engaña: la seba y las demás especies incómodas siguen estando en donde los autores de la ley las colocaron desde el principio y los cambios y enmiendas no son sino intentos de distraer al personal con cortinas de humo, para tapar la realidad  y hacer creer que "han cedido todo lo que han podido". Como desconfío de la clase política, la cual se ha ganado su desprestigio a pulso y a base de maniobras arteras como estas, de todo esto dedujo que utilizan los votos de los ciudadanos como patentes de corso que les dan derecho a desproteger a nuestro frágil patrimonio natural por las bravas, y que lo que propone la ley no es proteger a las especies sino quitar los obstáculos legales que entorpecen al desarrollo del ladrillo y el cemento, tanto los escollos presentes como los previsibles en el futuro. Es decir, seguir soplando en la burbuja con todas las ganas hasta que se vuelva a reventar. 

Por lo tanto, teniendo solamente un frente abierto, el que afectaba a la seba, el gobierno de Coalición Canaria, apoyado por el PP y con la tímida oposición del PSOE, abre numerosos frentes en una nueva guerra, con lo cual crea conflictos en donde antes no los había. Pero a nadie se le escapa que entre la maraña de especies del catálogo figuran la seba y esas otras especies incómodas como claras perdedoras.

Pero ¿han contado los autores de este nuevo catálogo con algún informe o documento de los técnicos y expertos, en los que se recomienden estas novedades? Pues no han contado con ninguno serio. ¿Les hemos negado en la Universidad nuestro consejo? Nunca, pues para eso estamos,  al ser ese uno de los cometidos de toda universidad. Se trata por lo tanto de una ley indocumentada, que no se apoya en ningún informe técnico fiable, lo cual crea un peligroso precedente. A partir de ahora, por ejemplo,  no se tendrán que encargar los planos de los edificios oficiales a los arquitectos, sino que los harán gratis los políticos aficionados a la albañilería, en unas pocas semanas y sin siquiera tener el título de aparejador. Ni tampoco se les pedirá la opinión de los médicos ante unas nuevas leyes de sanidad, porque estas leyes las podrán proponer y sacar adelante los políticos ellos solitos, sin cobrar un euro por el favor y sin siquiera tener el título de ATS. Y así vendrán más leyes indocumentadas, pues los cáncamos  los hacen ellos bien ajeitados y a buen precio, aunque en este caso, eso si, traen el título de cancamista en la cartera, en regla y plastificado.

Esta ley cuenta con una rotunda y generalizada oposición. Entre el numeroso colectivo que se opone, además de un gran número de ciudadanos de todo el espectro político, está gran parte de las instituciones canarias encargadas de la protección del medio ambiente, de estudiarlo, exhibirlo, cultivarlo, protegerlo y divulgarlo, todas las asociaciones ecologistas, tanto de Canarias como las del resto de España y las de ámbito internacional, científicos e instituciones de renombre y expertos de reconocida fama, un gran número de universidades, incluyendo a las dos canarias y muchas otras instituciones públicas y privadas. En esta lista de opositores a la ley se echan en falta algunas instituciones de gran importancia, como algunas fundaciones, museos e instituciones canarias cuya subsistencia depende del gobierno local de turno. No obstante, en todos estos días de reuniones, emails, manifestaciones y de lucha en contra de esta descatalogación masiva, de cabreos y alegrías, he podido comprobar que de forma individual, desde el primero hasta el último miembro de estas organizaciones está a favor de retirar la ley, aunque corporativamente no les convenga pronunciarse en contra. Les invito, sin embargo, a hacerlo de forma valiente, pues luego será tarde. Lo que hará la nueva ley, de aprobarse, será darles más trabajo sin aumentarles la plantilla ni el presupuesto, pues habrán más especies amenazadas, más planes de recuperación que llevar a cabo, más vitrinas para las especies extinguidas y mas trabajo que hacer. ¿Han pensado estos políticos la trapisonda que van a armar, al obligarnos a los investigadores a contrarrestar tal cantidad de cambios en la protección de las especies? ¿Hay en Canarias tantos fondos dedicados a la investigación como para destinarlos a partir de ahora a contraatacar estos arrebatos antiecológicos y todo el embrollo que la nueva ley intenta armar? Todos deseamos que nuestros buenos gobernantes aíslen a los chapuceros que hay entre ellos, que no los dejen actuar de esta manera y que voten en contra de esta proposición de ley, pues ni con el corazón ni con la razón se podría votar a favor de esta artera y mal intencionada ley.

Ante este gris y desapacible panorama, celebrar  el Año Internacional de la Diversidad Biológica después de aprobada la ley me parece, además de triste, como hacerle un brindis al sol, algo tan inútil como el intentar meter un poco de sensatez en el meollo de los que apoyan la ley. Celebrarlo antes de que se discuta en el Parlamento me parece buena idea, pues siempre se podrán escuchar los gritos de los que pedimos justicia. Cualquier intento del gobierno canario para celebrarlo me parecería una auténtica tomadura de pelo. Lo que si celebraríamos todos con júbilo sería la retirada de esta ley, con independencia de que sea en un año tan señalado.  

La Laguna, 14 de mayo de 2010, año Internacional de la Diversidad Biológica 



*Biólogo Marino. Universidad de La Laguna