Nota de la Redacción: Aquí tenemos al que faltaba para el duro, el tercer escarabajo junto a Machado y Rodríguez Zaragoza. Esta entrevista, anterior a su promoción como Consejero de Agricultura, Pesca y Ganadería desvela muchas cosas de este personaje pero no por lo que dice sino por lo que deja de decir. Viendo sus planteamientos y su tozudez a la hora de sacarle las castañas del fuego a muchos empresarios, caso del puerto de Granadilla, cuesta mucho creerle cuando dice que ha tratado de ser untado pero nunca lo ha hecho. Esto y que con sus trapiches ha dejado su carrera por los suelos. Para muestra un botón, vean las transcripciones de sus conversaciones con Santiago Santana Cazorla al que llamó cuando era adjunto de Adán para hablarle de lo suyo. El tono es, francamente, repugnante. Páginas uno y dos.
Vía: www.laopinion.es
El consejero de Medio Ambiente afirma que los ecologistas tienen hoy menos función social, porque en la conciencia de la gente ya está la sostenibilidad
NAIMA PÉREZ / SANTA CRUZ DE TENERIFE
Le tira mucho su isla. De hecho, confiesa que cuando se retire le gustaría vivir siempre en Puerto del Rosario, Fuerteventura. "Pido a Dios morirme allí", añade. Hijo y nieto de agricultor, Domingo Berriel, ingeniero industrial y licenciado en Derecho, no se cree un gran experto en sostenibilidad y controla más los temas urbanísticos y de ordenación del territorio. A partir de ahora, además, tendrá que hacerse cargo de los asuntos agroganaderos del Gobierno, que no le son del todo ajenos. Esta entrevista, en cualquier caso, se realizó antes de la nueva remodelación del equipo gubernamental.
-Bueno, parece que lo del Catálogo de Especies Protegidas no sale de una para meterse en otra. Después de los sebadales de Granadilla, ahora aparecen los escarabajos en extinción en la zona de las obras. ¿Ha visto alguno de estos ejemplares?
-Bueno, parece que lo del Catálogo de Especies Protegidas no sale de una para meterse en otra. Después de los sebadales de Granadilla, ahora aparecen los escarabajos en extinción en la zona de las obras. ¿Ha visto alguno de estos ejemplares?
-No, no los he visto al natural, sino en fotos. Pero sé que son bonitos, con unas rayas como protuberancias en el caparazón.
-¿No es un poco chapuza quitarse de en medio cada especie que aparezca en la zona del puerto de Granadilla para continuar con las obras?
-Hay que poner las cosas en sus justos términos. La legislación no va a estar de espaldas a las cuestiones razonables. Cuando en una obra se encuentra una especie que tiene un grado de protección, hay que ver qué efectos tiene, si puede continuar ocupando ese suelo o si se puede trasladar a otro lugar. Es como cuando se encuentran restos arqueológicos. De lo contrario, no podría hacerse nada.
-No le parece mal, entonces, sacar a estos escarabajos de su hábitat y ponerlos en otro lugar...
-Ni me parece bien ni me deja de parecer. Hay que aclarar que esos tres escarabajos de los que tenemos conocimiento oficial pueden estar allí por muchas causas, pero lo que es verdad es que se han detectado gracias al trabajo minucioso que se está haciendo allí, un ejemplo de lo que debe ser un control ambiental. Es la obra que más control ha tenido, no sólo en Canarias sino en España y, posiblemente, en Europa. Tenemos la Fundación del Puerto de Granadilla, algo que se acordó con la Unión Europea, para tener las máximas garantías que eviten daños a la biodiversidad. Por esa razón se descubren especies que, de otra manera, no se habrían descubierto.
-Pero es que la Ley del Catálogo de Especies Naturales que se aprobó el pasado mes de mayo en el Parlamento elevaba la protección de estos escarabajos...
-Sí, se elevó su protección porque estos escarabajos estaban en una categoría (sensible a la alteración del hábitat) que desaparecía en el nuevo Catálogo y, por eso, subimos su protección a una categoría superior (en peligro de extinción). Si no hubiésemos tenido esa sensibilidad a la hora de hacer el Catálogo, igual se les habría quitado la protección o se hubiesen situado en otra categoría distinta a la de peligro de extinción.
-Si se trasladan a otra zona, ¿no corren el riesgo de desaparecer?
-Los técnicos dirán lo que tengan que decir y la Consejería autorizará en función de lo que digan los técnicos. Si éstos dicen que ese hábitat se reproduce igual en otro sitio, pues podemos trasladarlos sin ningún problema, digan lo que digan los ecologistas. Pero si los técnicos dicen que no se pueden trasladar porque corren el peligro de desaparecer, entonces en ese punto concreto no se hará nada.
-Y si no se pueden trasladar, ¿qué pasará con las obras del puerto? ¿Se paralizarán?
-Bueno, pero es que el espacio para esa infraestructura es muchísimo mayor que lo que ocupa el hábitat de los escarabajos.
-¿Se les acotará el espacio?
-Pues seguramente, para que todo el mundo vaya a verlos (risas)
-Muchos empresarios se quejan de que los técnicos de Medio Ambiente tienen cierto miedo a sacar adelante proyectos urbanísticos por temor a que acaben en los tribunales. ¿Le consta?
-Sí, es perceptible, no sólo con los técnicos de la Comunidad Autónoma, sino también con los de los ayuntamientos y los cabildos. Es perceptible el desagrado y el miedo de que una persona que está cumpliendo con su deber, haciendo su trabajo, se vea con frecuencia citado en un proceso penal como imputado, aunque todo el mundo tiene que saber que no hay responsabilidad criminal nunca, por lo que pueden estar tranquilos. Aunque puedan estar equivocados, los informes se hacen con seriedad y honradez y no tendrán nunca un problema jurídico. Lo que pasa es que es desagradable el proceso hasta que falla el tribunal. Por cierto, casi el 100% de las denuncias que soportan los técnicos suele sobreseerse y archivarse sobre la marcha, pero no cabe duda de que no es agradable. Los que tienen más formación jurídica comprenden mejor estos temas, pero los que tienen una formación más científica y técnica, lógicamente se preocupan más. Eso se nota en el exceso de cautela a la hora de elaborar informes. Creo que quienes presentan las denuncias deberían hacerlo siempre con fundamentación, porque podemos estar haciendo un perjuicio al interés general.
-¿Está muy judicializada la vida en esta Comunidad?
-La vida está judicializada en todo el mundo. La prueba de ello es la gran cantidad de trabajo que tienen los tribunales; hay mucha denuncia y mucha conflictividad. Hay países en que se usa mucho la negociación y el arbitraje, pero en este país cualquiera denuncia al otro. Existe un problema en el mundo del Derecho que tiene que ver con que las consecuencias de denunciar no se ven correspondidas después cuando esa denuncia se revela como temeraria o infundada; no existe una consecuencia sancionadora para quien pone esa denuncia, y eso complica mucho las cosas. Desde mi punto de vista, tendría que haber sanciones contra quienes denuncian de forma infundada, incluso para el propio Ministerio Fiscal. Eso de que se cite a alguien como imputado y luego ya se verá, me parece que no es de recibo. Eso tiene que cambiar, no es propio de una democracia.
-¿Entiende la queja de esos empresarios que dicen que es imposible hacer nada en las Islas por las excesivas normas urbanísticas y administrativas que existen?
-Yo eso lo matizaría muchísimo; es un mito que ha surgido, porque hay muchos empresarios que desearían que no existiera norma alguna de ocupación del suelo, que siempre ha sido público. En unas islas donde el suelo es muy escaso y sobre el que hay tantos intereses, las normas son más complicadas que en otro lado. Ahora bien, eso no quita para reconocer que una parte de razón sí tienen los empresarios. El Gobierno está haciendo un esfuerzo muy importante de simplificación normativa. La Ley de Medidas Urgentes es un ejemplo de ello, por cierto, no valorada suficientemente por esos mismos empresarios. Esta ley dispone de una herramienta muy buena para quien realmente quiera invertir y progresar: posibilita que a efectos de la renovación turística los planes se puedan modificar de forma espectacularmente rápida, aunque, sin embargo, cuesta mucho que se ponga en marcha. Estamos también elaborando una ley de armonización en materia de medio ambiente que no depende sólo de Canarias, sino que es consecuencia de la legislación básica estatal y de directivas europeas. En esa batalla estamos; es un interés del Gobierno y lo tenemos claro. Ahora, los que crean que simplificar las normas es desarmar el control público del suelo están equivocados.
-Parece que no se lleva bien con los ecologistas. ¿Qué opina usted de este movimiento en Canarias?
-El movimiento ecologista me merece mucho respeto, pero tengo que decir que hoy día los movimientos ecologistas no tienen ya la función o el interés que podían tener en el pasado. Es importante que existan como contrapeso a las políticas más desarrollistas; es importante que se rebelen contra este tipo de cuestiones, porque fruto de esa lucha o enfrentamiento de posiciones salen las cosas más sostenibles. De lo que sí estoy en contra es de la unión del movimiento ecologista con el movimiento político, como lo que ocurre con los de Sí Se Puede, con el antisistemismo, porque eso produce un quebranto del interés general y, normalmente, no suelen conseguir nada. Entonces, digo yo que hoy el movimiento ecologista tiene menos función que antes, en cuanto que en la mayoría de la conciencia de los ciudadanos ya está la sostenibilidad; prácticamente todo el mundo es ecologista por convicción.
-¿Usted lo es?
-Yo me considero una persona sensata; que luego otros me consideren o no, no lo sé. Soy una persona sensata con la vida y, por tanto, creo que hay cuestiones que son para mí infranqueables; hay límites que no se pueden pasar y otros en los que hay que compatibilizar el desarrollo con el respeto por el medio. Sin desarrollo no hay trabajo, ni calidad de vida, ni posibilidad de que la gente viva bien, con lo que no hay posibilidad de preservar nada. Con la barriga llena se pueden preservar muchas cosas, pero con la barriga vacía no se preserva nada. No es algo que diga yo; es una máxima que está en todas las convenciones internacionales relevantes que han determinado esa palabra tan manida ya como es el desarrollo sostenible. Ahora bien, entre lo que hay que preservar desde el punto de vista ecológico, yo tengo prioridades: el control del aire atmosférico es esencial, fundamental, por encima de otro tipo de consideraciones ecológicas.
-¿Canarias puede seguir creciendo, independientemente de la circunstancia económica del momento?
-Canarias puede seguir creciendo sin ocupar más territorio. Ese es el desafío. ¿Dónde está la clave? Pues en rehabilitar lo existente, en mejorar la calidad de lo construido, tirando lo viejo y haciéndolo nuevo. Tienen que mejorarse las infraestructuras y eso da trabajo, empleo e impulsa la economía. No hay que hacer más, hay que hacer mejor. Realmente se ha continuado con la moratoria turística de 2003 y se ha flexibilizado sólo para que se hagan las reposiciones y modificaciones necesarias. En ese sentido, con la Ley de Medidas Urgentes se incentivan esas operaciones, pero hoy por hoy tenemos un número de plazas hoteleras y extrahoteleras muy grande que permite hacer remodelaciones durante años, procurando que sólo excepcionalmente se hagan cosas nuevas con mucho valor añadido.
-¿Alguna vez lo ha presionado algún empresario sobre algún proyecto que tenga que ver con el desarrollo territorial?
-Nunca. Nunca nadie se ha atrevido a presionarme, si por presión se entiende algo más allá de lo que pueda ser la exposición de una reivindicación de ideas.
-Todo el que tiene una reivindicación trata de convencer al que tiene delante; otra cosa es que siempre se ha hecho desde el respeto. Jamás me he visto delante de alguien que se haya atrevido, ni creo que en el tiempo que me queda como consejero alguien cometa la debilidad y el error tremendo de hacerme alguna proposición que encierre algún tipo de cuestión inconfesable, porque saben que en eso yo soy de los que me enfado mucho. Ni lo han hecho ahora, como consejero, ni en toda mi vida profesional. He tenido la suerte de trabajar mucho tiempo en la Administración pública, de dirigir muchas obras públicas, proyectarlas y trabajar con asuntos que tienen relevancia pública y jamás alguien se ha atrevido.
-¿Temió en algún momento perder el caso Tebeto?
-Sin lugar a dudas. Siempre que un recurso va al Tribunal Supremo o, incluso, ha tenido un pronunciamiento judicial de la Sala que en cierta forma da la razón al peticionario de esa cantidad, puede temerse. Cuando uno va al Supremo lo hace, en principio, muy comprometido y las cuestiones por las que se puede acudir al Alto Tribunal están muy tasadas. Sin embargo, dentro de esa preocupación, que es natural, siempre tuve confianza en que el Supremo entrara en el fondo de una cuestión que excedía de la mera responsabilidad patrimonial a la que estamos acostumbrados. Sí tenía claro que allí, en Tebeto, no había derechos adquiridos ni recursos que valorar. Así lo defendimos siempre.
-Tras conocer el fallo del Supremo, ¿habló con el empresario Rafael Bittini, quien originó con su denuncia este caso Tebeto?
-No, ni después, ni durante todo el proceso.
-¿Qué cree que puede estar haciendo Bittini, tras saber que Canarias no le va a pagar ni un euro?
-Yo tengo respeto por quienes pierden una sentencia.
-Él presumía de que nunca había perdido un caso...
-Bueno, cada uno hace sus interpretaciones, pero uno no debe presumir de eso, porque una vez es la primera y, a lo mejor, se pierde una por todas. Yo, que también tengo formación jurídica, entiendo que quien dice eso no sabe lo que está diciendo, porque los tribunales son independientes y tienen la capacidad de interpretar las normas de esa manera independiente. Todo el que litiga cree que tiene la razón; si no, no litigaría.
-Elija un espacio natural de las Islas y explíquenos por qué.
-Bueno, voy a ser egoísta y voy a tirar para mi tierra, Fuerteventura. Me quedo con Cofete, sin lugar a dudas. Aquello tiene una perspectiva, una luminosidad, un contraste de colores... está muy retirado de la presión antrópica y, además, hace algún tiempo que desarrollamos allí un programa de reintroducción de la tortuga careta careta.
-Lo suyo por el medio ambiente, ¿es vocacional o circunstancial?
-Yo siempre he tenido respeto al medio ambiente. En contra de lo que pudiera parecer, los ingenieros dedicamos muchas horas a minimizar los impactos ambientales. Ahora bien, reconozco que tampoco soy un experto en biodiversidad. Me gusta la naturaleza, la preservación del medio, el campo... Pero mi relación con la Consejería viene más por el territorio, área en la que tengo algo más de preparación.
-¿Le gustaría continuar en este departamento si se lo plantearan después de las elecciones?
-No me planteo la vida profesional más allá del día a día. Ya se verá.
-¿Pero le gustaría seguir en su área o quizá cambiar, por ejemplo, a Sanidad?
-Seguramente me sentiría muy incómodo en Sanidad y diría que no. No tengo muchas ideas al respecto y no es que crea que tenga que ser médico el consejero del área, pero hay que tener ideas sobre las cosas e ir a hacer algo. Yo aquí he venido para hacer algo; lo haré bien o mal pero con el objetivo de hacerlo y sentirme útil. No estoy por estar. Estar aquí es un sacrificio, se los digo, sobre todo los de las islas menores.
-¿Ha plantado algún árbol?
-No sólo árboles, sino muchas papas con un tractor; hago agricultura y mantengo una finca. Mi padre y mi abuelo eran agricultores.
-¿Tiene algún animal en casa?
-Bueno, en mi casa de Fuerteventura tengo perros.
-¿Y cabras en una finca?
-No, cabras no hemos tenido, aunque sí ganado vacuno, y espero volver a tenerlo.