CÁNDIDA CARBALLO
SANTA CRUZ DE TENERIFE
Wolfredo Wildpret de la Torre (Santa Cruz de Tenerife, 1933) es uno de esos lujos que produce Canarias. Su trayectoria acaba de ser reconocida con el Premio Canarias de Investigación 2011. Este catedrático de Botánica y profesor emérito de la Universidad de La Laguna es una de las máximas autoridades científicas de las Islas y se caracteriza por su beligerante defensa de la naturaleza y su abierto carácter reivindicativo, que lo ha llevado, en más de una ocasión, a enfrentarse con los poderes públicos.
-¿Se esperaba usted este año el premio?
"Sabía que me habían propuesto, pero cuando me llamó el presidente ni me lo imaginé, puesto que no sabía ni que se habían reunido. Cuando me llamó Paulino Rivero comencé a comentarle algunas cosas de actualidad, como la posible huelga de AENA, pero él me dijo que me estaba llamando para comunicarme lo del premio y la verdad es que me alegré muchísimo. Sobre todo porque por mi carácter crítico no me lo esperaba".
- ¿Su interés por la naturaleza de dónde nace?
"Prácticamente desde la adolescencia. Cuando tenía 16 años y como él era amigo de mi familia, ya hacía de ayudante de Eric Ragnor Sventenius, en el Jardín Botánico, que se llamaba Jardín de Aclimatación de La Orotava".
-Entonces cuando empezó la carrera ya tenía usted un camino andado...
"Básicamente, el interés por la naturaleza me venía desde la cuna. Además, mi abuelo Hermann Wildpret era botánico. Mi padre era del Puerto de la Cruz. Todos los años me llevaba a ver la procesión del Gran Poder, y con él subía muchas veces a Las Cañadas. Así que con ese interés por la naturaleza me fui a estudiar a la Universidad Complutense, donde me licencié en Farmacia en 1958. Mi interés por la conservación estaba ya claro, puesto que, sin acabar la carrera, en 1955, me conceden una beca para estudiar fitosociología".
-Ha visto usted entonces retroceder la vegetación en Tenerife, en el Valle y en Las Cañadas...
"La presión sobre la vegetación en la Isla ha existido desde la época de los guanches, con el pastoreo de las cabras. Los bosques han sido esenciales en la Isla como fuente de leña y carbón, además de como fuentes de estacas para las plantaciones de las medianías. Esta presión se hizo más dura después de la Guerra Civil, con la crisis que padeció el Archipiélago debido al aislamiento. Desaparecieron grandes áreas de monte que hubo que reforestar".
-Muchas veces se repobló con especies foráneas...
"Se introdujo erróneamente el pino insigne, que ahora se está sustituyendo y que es el que, afortunadamente, cayó con el último temporal".
-Ahora el Parque recibe menos presión que antes...
"No, la puntilla la ponemos nosotros. El Parque recibe unos tres millones y medio de visitantes al año y eso supone una enorme presión, que deja plásticos, aceite de los coches e incluso el orín de los visitantes...
-¿Es partidario de cobrar por el acceso al Parque o de restringirlo?
"Lo cierto es que si todas las personas que entran en el Parque pagasen, por ejemplo, un euro, tendríamos un presupuesto enorme para conservación o para vigilancia nocturna, que no tenemos por falta de presupuesto".
-Pero Las Cañadas se conserva bien....
"En estos momentos, salvo el caso de los muflores, que son contados, al no haber pastoreo, la vegetación se está recuperando. Por ejemplo, en el primer estudio que se hizo de la presencia de cedros en Las Cañadas, en 1943, se contabilizaron solo 3 o 4. En estos momentos, hay 3.000 que han crecido solos. La naturaleza se recupera sola. Por eso yo defiendo una y otra vez que a la naturaleza hay que dejarla libre, y que no hay que intervenir".
-¿Qué le parece que la gestión del Parque pase al Cabildo de Tenerife?
"Yo creo que el Cabildo tiene, por supuesto, capacidad para gestionar el Parque, pero no me gustaría que se hiciera con criterios políticos. De hecho, mientras presidí el Patronato tuve algún enfrentamiento debido a que, a veces, se quieren organizar conciertos o actividades multitudinarias que en nada benefician a este Patrimonio de la Humanidad".
-Se ha opuesto usted con rotundidad al puerto de Granadilla para conservar los sebadales y ahora están descatalogados...
"Sigo defendiendo lo mismo. Se han encargado informes técnicos de todos los tipos, pero no se nos ha querido oír. Si se construye el puerto, la zona se convertirá en un ecosistema marino abiótico. Argumentan que con el puerto se crearán puestos de trabajo, pero cuántos. Nosotros llevamos 50.000 firmas al Parlamento de Canarias con la intención de que se oyera nuestra postura, pero no se nos escuchó. Fue una falta de respeto a los ciudadanos que ellos mismos representan. En la política interviene todo. Desde los pactos que son contra natura hasta atisbos de corrupción. En este modelo democrático, que es el menos malo, deben intentarse corregir esas cosas. La única libertad que podemos tener es la de hablar y que usted lo pueda publicar en el periódico, sin que mañana me cojan los policías y me den una cuerada en el Gobierno Civil".
-Eso ya pasó a la historia...
"Sí, pero lo único que nos queda es esa libertad para hablar, porque la partitocracia se lo come todo. Hay votos cautivos y, por ejemplo, en la tierra en que vivimos sólo hay tres partidos con posibilidades. El sistema democrático nuestro está montado sobre cuatro parámetros. Uno es la corrupción, que es enorme. En segundo lugar está la burocracia. Nunca ha habido tanta burocracia como hay ahora...".
-Ahora los catedráticos están más tiempo completando requisitos burocráticos que investigando…
"Exactamente. Lo digo por mi mujer, que está intentando participar en proyectos internacionales, se tira un mes entero rellenado formularios".
-Hablaba de los parámetros de nuestra democracia...
"El tercer parámetro es la mentira, que está institucionalizada, y el cuarto es la falta de respeto. Ya no se le tiene respeto a los mayores ni a nadie. Se trata a la gente al trancazo. Todo eso hay que cambiarlo. Yo apuesto por la gente joven. Creo, en este sentido, que debemos aprender del modelo americano. No podemos permitir que los políticos se eternicen, como Domingo Calzadilla en Arafo o Macario Benítez en El Rosario".
-Pero esos políticos están a punto de jubilarse. Lo malo son los que tienen 40 y llevan toda la vida en política...
"Efectivamente, yo estuve ocho años de consejero en el Cabildo y tuve tres presidentes: Galván Bello, Agustín Guimerá y Rafael Clavijo, que fue un gran presidente. Pasamos situaciones muy difíciles, como el accidente de Los Rodeos. En aquella época no cobrábamos nada. Yo continuaba con mi trabajo de profesor y sacaba tiempo para ir al Cabildo. Mi primera decepción fue cuando llegaron los consejeros de la democracia y lo primero fue preguntar por los sueldos. Si ahora miramos los sueldos de los consejeros autonómicos eso es enorme. Qué pasa aquí. Cómo se puede despilfarrar el dinero público de esta manera. Esto nos lleva a la situación de desencanto".
-Volvamos a la Universidad. ¿Qué encuentra cuando regresa a La Laguna?
"Yo llego en el otoño de 1967, recién creada la Facultad de Biológicas. No había nada. Yo venía de Madrid y estaba trabajando en la Facultad de Botánica y después estuve trabajando con mi padre, en la farmacia. Incluso monté con mi hermano un laboratorio de Botánica, en el Puerto de la Cruz. Empezamos a trabajar y hoy en día tenemos un departamento, del que han salido cinco catedráticos, entre ellos Julio Afonso Carrillo, una autoridad mundial".
- ¿Qué líneas de investigación hay en marcha?
"Hay líneas de investigación muy importantes. Dentro de las dificultades que hay hoy, tenemos proyectos que trascienden la Isla y son de interés internacional. Hay gente trabajando en Brasil, en México, en Alemania... Todo esto se ha hecho de cero. Evidentemente, yo fui el motor hasta un determinado momento y, a partir de ahí, esto está funcionando solo. Han venido japoneses y alemanes a realizar estudios. Yo he dirigido ocho o nueve tesinas de universidades alemanas aquí".
- ¿Usted sigue en activo?
"Yo sí. He tenido la inmensa suerte de que el Departamento de Biología Vegetal me nombrara profesor emérito de las cuatro facultades en las que yo he dado clases. El emeritaje puede durar un máximo de seis años, pero cada dos puede renovarse. Yo cumplí los seis años y, en estos momentos, en los que ya no tengo relación económica con la Universidad y estoy prácticamente jubilado, sin embargo, la gente del departamento me ha mantenido el lugar de trabajo y voy dos veces por semana arriba. La verdad es que trabajo muy a gusto en mi casa. Al mismo tiempo, me han mantenido como investigador y sigo teniendo voz y voto porque me han nombrado investigador. En la Facultad de Educación incluso me han nombrado docente para que siga dando alguna clase. Eso me mantiene activo".
SANTA CRUZ DE TENERIFE
Wolfredo Wildpret de la Torre (Santa Cruz de Tenerife, 1933) es uno de esos lujos que produce Canarias. Su trayectoria acaba de ser reconocida con el Premio Canarias de Investigación 2011. Este catedrático de Botánica y profesor emérito de la Universidad de La Laguna es una de las máximas autoridades científicas de las Islas y se caracteriza por su beligerante defensa de la naturaleza y su abierto carácter reivindicativo, que lo ha llevado, en más de una ocasión, a enfrentarse con los poderes públicos.
-¿Se esperaba usted este año el premio?
"Sabía que me habían propuesto, pero cuando me llamó el presidente ni me lo imaginé, puesto que no sabía ni que se habían reunido. Cuando me llamó Paulino Rivero comencé a comentarle algunas cosas de actualidad, como la posible huelga de AENA, pero él me dijo que me estaba llamando para comunicarme lo del premio y la verdad es que me alegré muchísimo. Sobre todo porque por mi carácter crítico no me lo esperaba".
- ¿Su interés por la naturaleza de dónde nace?
"Prácticamente desde la adolescencia. Cuando tenía 16 años y como él era amigo de mi familia, ya hacía de ayudante de Eric Ragnor Sventenius, en el Jardín Botánico, que se llamaba Jardín de Aclimatación de La Orotava".
-Entonces cuando empezó la carrera ya tenía usted un camino andado...
"Básicamente, el interés por la naturaleza me venía desde la cuna. Además, mi abuelo Hermann Wildpret era botánico. Mi padre era del Puerto de la Cruz. Todos los años me llevaba a ver la procesión del Gran Poder, y con él subía muchas veces a Las Cañadas. Así que con ese interés por la naturaleza me fui a estudiar a la Universidad Complutense, donde me licencié en Farmacia en 1958. Mi interés por la conservación estaba ya claro, puesto que, sin acabar la carrera, en 1955, me conceden una beca para estudiar fitosociología".
-Ha visto usted entonces retroceder la vegetación en Tenerife, en el Valle y en Las Cañadas...
"La presión sobre la vegetación en la Isla ha existido desde la época de los guanches, con el pastoreo de las cabras. Los bosques han sido esenciales en la Isla como fuente de leña y carbón, además de como fuentes de estacas para las plantaciones de las medianías. Esta presión se hizo más dura después de la Guerra Civil, con la crisis que padeció el Archipiélago debido al aislamiento. Desaparecieron grandes áreas de monte que hubo que reforestar".
-Muchas veces se repobló con especies foráneas...
"Se introdujo erróneamente el pino insigne, que ahora se está sustituyendo y que es el que, afortunadamente, cayó con el último temporal".
-Ahora el Parque recibe menos presión que antes...
"No, la puntilla la ponemos nosotros. El Parque recibe unos tres millones y medio de visitantes al año y eso supone una enorme presión, que deja plásticos, aceite de los coches e incluso el orín de los visitantes...
-¿Es partidario de cobrar por el acceso al Parque o de restringirlo?
"Lo cierto es que si todas las personas que entran en el Parque pagasen, por ejemplo, un euro, tendríamos un presupuesto enorme para conservación o para vigilancia nocturna, que no tenemos por falta de presupuesto".
-Pero Las Cañadas se conserva bien....
"En estos momentos, salvo el caso de los muflores, que son contados, al no haber pastoreo, la vegetación se está recuperando. Por ejemplo, en el primer estudio que se hizo de la presencia de cedros en Las Cañadas, en 1943, se contabilizaron solo 3 o 4. En estos momentos, hay 3.000 que han crecido solos. La naturaleza se recupera sola. Por eso yo defiendo una y otra vez que a la naturaleza hay que dejarla libre, y que no hay que intervenir".
-¿Qué le parece que la gestión del Parque pase al Cabildo de Tenerife?
"Yo creo que el Cabildo tiene, por supuesto, capacidad para gestionar el Parque, pero no me gustaría que se hiciera con criterios políticos. De hecho, mientras presidí el Patronato tuve algún enfrentamiento debido a que, a veces, se quieren organizar conciertos o actividades multitudinarias que en nada benefician a este Patrimonio de la Humanidad".
-Se ha opuesto usted con rotundidad al puerto de Granadilla para conservar los sebadales y ahora están descatalogados...
"Sigo defendiendo lo mismo. Se han encargado informes técnicos de todos los tipos, pero no se nos ha querido oír. Si se construye el puerto, la zona se convertirá en un ecosistema marino abiótico. Argumentan que con el puerto se crearán puestos de trabajo, pero cuántos. Nosotros llevamos 50.000 firmas al Parlamento de Canarias con la intención de que se oyera nuestra postura, pero no se nos escuchó. Fue una falta de respeto a los ciudadanos que ellos mismos representan. En la política interviene todo. Desde los pactos que son contra natura hasta atisbos de corrupción. En este modelo democrático, que es el menos malo, deben intentarse corregir esas cosas. La única libertad que podemos tener es la de hablar y que usted lo pueda publicar en el periódico, sin que mañana me cojan los policías y me den una cuerada en el Gobierno Civil".
-Eso ya pasó a la historia...
"Sí, pero lo único que nos queda es esa libertad para hablar, porque la partitocracia se lo come todo. Hay votos cautivos y, por ejemplo, en la tierra en que vivimos sólo hay tres partidos con posibilidades. El sistema democrático nuestro está montado sobre cuatro parámetros. Uno es la corrupción, que es enorme. En segundo lugar está la burocracia. Nunca ha habido tanta burocracia como hay ahora...".
-Ahora los catedráticos están más tiempo completando requisitos burocráticos que investigando…
"Exactamente. Lo digo por mi mujer, que está intentando participar en proyectos internacionales, se tira un mes entero rellenado formularios".
-Hablaba de los parámetros de nuestra democracia...
"El tercer parámetro es la mentira, que está institucionalizada, y el cuarto es la falta de respeto. Ya no se le tiene respeto a los mayores ni a nadie. Se trata a la gente al trancazo. Todo eso hay que cambiarlo. Yo apuesto por la gente joven. Creo, en este sentido, que debemos aprender del modelo americano. No podemos permitir que los políticos se eternicen, como Domingo Calzadilla en Arafo o Macario Benítez en El Rosario".
-Pero esos políticos están a punto de jubilarse. Lo malo son los que tienen 40 y llevan toda la vida en política...
"Efectivamente, yo estuve ocho años de consejero en el Cabildo y tuve tres presidentes: Galván Bello, Agustín Guimerá y Rafael Clavijo, que fue un gran presidente. Pasamos situaciones muy difíciles, como el accidente de Los Rodeos. En aquella época no cobrábamos nada. Yo continuaba con mi trabajo de profesor y sacaba tiempo para ir al Cabildo. Mi primera decepción fue cuando llegaron los consejeros de la democracia y lo primero fue preguntar por los sueldos. Si ahora miramos los sueldos de los consejeros autonómicos eso es enorme. Qué pasa aquí. Cómo se puede despilfarrar el dinero público de esta manera. Esto nos lleva a la situación de desencanto".
-Volvamos a la Universidad. ¿Qué encuentra cuando regresa a La Laguna?
"Yo llego en el otoño de 1967, recién creada la Facultad de Biológicas. No había nada. Yo venía de Madrid y estaba trabajando en la Facultad de Botánica y después estuve trabajando con mi padre, en la farmacia. Incluso monté con mi hermano un laboratorio de Botánica, en el Puerto de la Cruz. Empezamos a trabajar y hoy en día tenemos un departamento, del que han salido cinco catedráticos, entre ellos Julio Afonso Carrillo, una autoridad mundial".
- ¿Qué líneas de investigación hay en marcha?
"Hay líneas de investigación muy importantes. Dentro de las dificultades que hay hoy, tenemos proyectos que trascienden la Isla y son de interés internacional. Hay gente trabajando en Brasil, en México, en Alemania... Todo esto se ha hecho de cero. Evidentemente, yo fui el motor hasta un determinado momento y, a partir de ahí, esto está funcionando solo. Han venido japoneses y alemanes a realizar estudios. Yo he dirigido ocho o nueve tesinas de universidades alemanas aquí".
- ¿Usted sigue en activo?
"Yo sí. He tenido la inmensa suerte de que el Departamento de Biología Vegetal me nombrara profesor emérito de las cuatro facultades en las que yo he dado clases. El emeritaje puede durar un máximo de seis años, pero cada dos puede renovarse. Yo cumplí los seis años y, en estos momentos, en los que ya no tengo relación económica con la Universidad y estoy prácticamente jubilado, sin embargo, la gente del departamento me ha mantenido el lugar de trabajo y voy dos veces por semana arriba. La verdad es que trabajo muy a gusto en mi casa. Al mismo tiempo, me han mantenido como investigador y sigo teniendo voz y voto porque me han nombrado investigador. En la Facultad de Educación incluso me han nombrado docente para que siga dando alguna clase. Eso me mantiene activo".
Una pasión vital
Wolfredo Wildpret no parece un hombre dispuesto a tirar la toalla en ningún ámbito de la vida. Afable y conversador, es convincente cuando defiende sus ideas conservacionistas con el medio ambiente y regeneradoras para la política. Siempre tiene la sonrisa pronta y también la palabra precisa para dejar clara su postura. Una larga trayectoria docente e investigadora avalan sus palabras. Ahora, con el Premio Canarias, recibe un reconocimiento oficial, a pesar de que su postura crítica con la clase política no lo hace un galardonado fácil. Socialmente, hace ya años que las palabras de Wolfredo Wildpret se escuchan con atención y la edad no le ha impedido seguir ejerciendo en el terreno estrictamente académico. Hace apenas un par de años aún fue capaz de subir el Teide y, acompañado de su hijo adolescente, aún hoy patea el monte y el campo, observando la flora. Poner un grano de arena en nuestra conciencia y hacernos ver la riqueza de nuestro medio ambiente son algunos de los regalos que nos ha hecho desde su cátedra y con sus intervenciones públicas. Este santacrucero tiene esperanzas en que los jóvenes cambiarán las cosas en las Islas.