Vía: www.laopinion.es
El
oleaje pone en peligro la investigación promovida por la Autoridad
Portuaria.
DANIEL
MILLET SANTA CRUZ DE TENERIFE
El
fuerte oleaje que azotó San Andrés los pasados días 28 y 29 de
agosto ha causado graves daños en las plantas marinas conocidas como
sebadales trasplantadas frente a la playa de Las Teresitas
procedentes de Granadilla. Como consecuencia, peligra el proyecto
científico para tratar de salvar estas praderas marinas que
desaparecerán con la construcción del puerto industrial proyectado
en el Sur.
El
biólogo Manuel Ruiz de la Rosa, responsable del equipo que lleva a
cabo la iniciativa para la empresa ECOS Estudios Ambientales y
Oceanografía, admitió ayer que las olas y mareas que inundaron el
pueblo costero se llevaron por delante una gran parte de estas
hierbas –de nombre científico cymodocea nodosa– trasplantadas
muy cerca de la costa, a unos 12 metros de profundidad. Así lo
comprobó en dos inmersiones realizadas cinco días después del
temporal.
Ruiz
de la Rosa se reúne mañana con los responsables de la Autoridad
Portuaria, que encargó la investigación dentro de las medidas
compensatorias para la construcción del puerto de Granadilla, con el
objeto de analizar la situación. Lo más probable es que la entidad
pública encargue una inspección a fondo de la zona para determinar
qué parte ha quedado dañada y ver si es viable continuar con la
investigación. Pero las esperanzas de que quede el suficiente
sebadal son mínimas.
Nueve
buzos profesionales contratados por ECOS –cuatro de ellos biólogos
o licenciados en Ciencias del Mar– plantan desde el pasado mayo
ejemplares de sebas en 600 metros cuadrados frente a Las Teresitas,
dentro de la Zona de Especial Protección Sebadales de San Andrés,
para comprobar si los ejemplares de esta especie pueden sobrevivir a
un traslado de hábitat.
Los
fuertes temporales que azotan San Andrés todos los años son uno de
los factores que tuvo en cuenta el equipo de científicos para
desarrollar este proyecto. "De hecho, por eso concentramos esta
delicada tarea de trasplantar las sebas en los pasados meses de mayo
y abril, para conseguir el tiempo suficiente para que los ejemplares
enraizaran bien antes de que llegara el oleaje entre febrero y
abril", señaló Manuel Ruiz.
Los
responsables del estudio hablan de "verdadera mala suerte".
"Fue extraordinario que en agosto pasara algo así en San
Andrés. Es precisamente el periodo con el mar más tranquilo. Pero
una combinación de factores imprevistos ha roto todas las
previsiones y ha dejado el proyecto en el aire. La naturaleza es así
de imprevisible", aclaró el biólogo.
El
proceso es tan delicado que desde el momento de la recolección del
material en aguas de Granadilla hasta su trasplante en San Andrés no
pueden pasar más de cuatro horas. Además, se hace de un ejemplar en
uno, con la ayuda de bombas de agua a presión que aflojan el
sedimento y permiten extraer o plantar cada rizoma con el menor daño
posible.
Bajo
las aguas de Santa Cruz y Granadilla, como en los fondos arenosos de
otros muchos tramos del litoral canario, crecen estas plantas marinas
de gran valor biológico con hojas alargadas que parecen bailar con
el ritmo de las olas. Son oasis de vida que los pescadores canarios
conocen como manchones que han acaparado gran parte de la polémica
del puerto de Granadilla porque su construcción hará que
desaparezcan de esta parte del litoral sureño.
Los
sebadales constituyen un ecosistema muy importante por su alta
capacidad productiva, por ser criaderos para muchas especies de peces
e invertebrados, por el mantenimiento de la biodiversidad marina, por
su papel en la regulación de la calidad de las aguas costeras y por
la protección del borde costero. Además, son indicadores de una
buena calidad ambiental del ecosistema litoral y, cuando comienzan a
desaparecer, muestran que algo va mal en ese tramo.
En
Canarias se han llevado a cabo diversos experimentos enfocados a esta
línea de investigación que han despejado incógnitas y dado
respuestas a las hipótesis planteadas. "Pero siempre surgen más
preguntas a resolver, ya que tratamos con un medio muy variable y una
especie de una elevada plasticidad ecológica", matizó el
biólogo que trabaja para ECOS Estudios Ambientales y Oceanografía.