Vía: eldiario.es
Los
mismos empresarios que tienen intereses en los espacios que puertos
va dejando libres en Santa Cruz aparecen también en Granadilla.
Durante años ha sido el proyecto político y urbanístico más importante de Santa Cruz: acercar la ciudad al mar del que se mantiene alejada por la construcción desmesurada del puerto a lo largo de sus doce kilómetros de costa. Sin embargo, tras lo que se ha vendido como un loable intento de hacer una capital más habitable en realidad parece esconderse un suculento negocio.
Según
las investigaciones desarrolladas por la policía judicial en la
Operación Lavandera que estudia todo lo ocurrido con las inversiones
del Fórum Filatélico en Tenerife, la estrategia de acercar Santa
Cruz al mar no se basa tanto en razones de sostenibilidad urbanística
sino con el fin de centrar las inversiones en el puerto de
Granadilla. Por si fuera poco prácticamente los mismos nombres que
están detrás de los proyectos que pretenden morder espacios
portuarios a favor de la ciudad se encuentran también en los del sur
de la Isla.
Lo
cierto es que durante los últimos años Santa Cruz ha visto como el
puerto ha ido cediendo paulatinamente terrenos con un digusto que tal
vez es más aparente que real. Desde 1995 se ha construido el Parque
Marítimo, el Palmétum, se ha procedido a la recalificación de la
explanada de aparcamientos frente a la plaza de España, se proyecta
una marina en la Dársena de Los Llanos, la remodelación del muelle
de Enlace y se planifica un puerto deportivo en San Andrés,
precisamente una de las inversiones de Fórum Filatélico. Casi todas
iniciativas impecables y perfectamente vendibles ante la opinión
pública. Exactamente igual que la compra del frente de la playa de
Las Teresitas para que no pudiera albergar construcción alguna. Pero
en el fondo, al menos de este último caso, ya ha quedado claro que
las intenciones no eran ni de lejos tan loables ni mucho menos
estaban basadas en el interés general.
Varios
confidentes anónimos consultados por los investigadores de la
Operación Lavandera, relataron los distintos proyectos que se
pensaban ejecutar y detrás de los cuales aparecen los nombres
redundantes de la sociedad chicharrera. En el caso de Antonio
Plasencia, por ejemplo, se le atribuyen intereses en Santa Cruz y la
propiedad de casi doscientas hectáreas en los alrededores del puerto
de Granadilla. Incluso se llega a apuntar que el empresario dispuso
de una posible información privilegiada para planificar con tiempo
la compra de estos terrenos y su revalorización. De esta manera las
fortunas de mayor renombre de la Isla consiguen un doble premio:
inversiones en los espacios que puertos va liberando en la capital
tinerfeña y a la vez también en Granadilla. Una jugada perfecta